A mí me contaron que este barco iba a América.
Pobre como un ratón y
sin posibilidad de costearme la travesía, oculto en un barril de manzanas me embarqué en el último puerto donde
esta cáscara de nuez atracó antes de
cruzar el océano.
“Un viaje fácil”- dijeron aquellos estibadores a los cuales, con un escapulario de plata que le había
robado a la abadesa de Santa Higinia, soborné para que me colaran a bordo - “No se espera mal tiempo en esta estación”- comentó
uno de los bribones mientras apuraba un trago. -“Al último pirata lo colgaron ayer, lo sé porque era mi
primo.”(Ahí debí desconfiar ya).- ”El Capitán ha cruzado esta ruta mil veces y la tripulación ¡Qué
tripulación amigo mío!¡ Grandes profesionales todos!”. En ese momento a otro de los borrachines se le escapó la bebida por la
nariz de la risa, pero tampoco entonces sospeché.
-“Quince días escondido en
la sentina del barco y toda la
vida para disfrutar de las maravillas del Nuevo Mundo”- Sentenció el tuerto aquel a quien todo el mundo en el puerto
llamaba “El Judas” (no, el nombre tampoco me hizo recelar de su buena fe).
Quince días con sus quince noches nada más y podría disfrutar del Paraíso en la tierra. Me imaginaba a mí mismo recorriendo las ciudades con sus calles asfaltadas en oro, escuchando el trino del Ave del Paraíso,
gozando la vista con sus mujeres
desnudas como Dios las trajo al mundo, comiendo sus frutos tropicales y bañándome en sus ríos de leche ,además yacería con sus
mujeres de pechos grandes como ubres, capaces de alimentar a una familia entera de doce niños como doce Apóstoles
y allí la luz del sol sería como el elixir de la vida eterna y no envejecería nunca y por encima de todo … sus mujeres
ardientes que cuentan que …
Pero bueno que yo todo esto lo sabía porque me lo había contado en el pueblo Ernestito “El sonado”, que vale, que se le veía un poco lento de pensamiento y la gente del lugar le decía que si había quedado tonto de una vez que siendo chico se cayera de un avellano, por cierto, causando mucho disgusto en la aldea porque el avellano venía siempre cargadito y le quitaba mucha hambre a las gentes del lugar. Pero vamos que digo yo que tan tonto no sería si sabía todas aquellas cosas y que aunque se hiciera sus necesidades encima no significaba que las cosas de la vida no las pudiera entender.
Pero bueno que yo todo esto lo sabía porque me lo había contado en el pueblo Ernestito “El sonado”, que vale, que se le veía un poco lento de pensamiento y la gente del lugar le decía que si había quedado tonto de una vez que siendo chico se cayera de un avellano, por cierto, causando mucho disgusto en la aldea porque el avellano venía siempre cargadito y le quitaba mucha hambre a las gentes del lugar. Pero vamos que digo yo que tan tonto no sería si sabía todas aquellas cosas y que aunque se hiciera sus necesidades encima no significaba que las cosas de la vida no las pudiera entender.
Quince días nada más… ¡Qué cabrones! ¡Siete años llevo, metido en un barril!
¿Travesía tranquila? ¡Hideputas! Es que me pega la mala y no
sé qué les hago…
El barco navega a través de una bruma espesa, cuando no hay tifones, aparecen navíos de la nada y la emprenden a cañonazos, el loro del cocinero cantando toda la noche, lo cual, por cierto me ha causado insomnio crónico. En las costas que arribamos no hay mujeres sino caníbales hambrientos, los pulpos no son como en mi tierra , aquí el más pequeño mide treinta metros y ya se ha comido a más de uno de la tripulación, que corre histérica por la cubierta tanto cuando aparece un Leviathan como cuando la calma chicha nos mantiene inmóviles durante días.
El barco navega a través de una bruma espesa, cuando no hay tifones, aparecen navíos de la nada y la emprenden a cañonazos, el loro del cocinero cantando toda la noche, lo cual, por cierto me ha causado insomnio crónico. En las costas que arribamos no hay mujeres sino caníbales hambrientos, los pulpos no son como en mi tierra , aquí el más pequeño mide treinta metros y ya se ha comido a más de uno de la tripulación, que corre histérica por la cubierta tanto cuando aparece un Leviathan como cuando la calma chicha nos mantiene inmóviles durante días.
En siete años he oído las voces de muchos marinos ir y venir
del barco, apenas conozco sus caras
porque no me atrevo a salir de la sentina, delgado y descuidado como estoy, serían capaces de confundirme con
cualquier aparición y tirarme por la borda antes de que pudiera abrir la boca. Pero sus nombres
y sus hablares sí (ahora me parece que además de loro tenemos un perro y hasta me
ha parecido oír voces de niños, sin duda, debo de estar delirando) y me he emocionado cada
vez que escuchaba alguna voz nueva a lo
largo de los años y me he entristecido
hasta el llanto cada vez que alguna conocida dejaba de sonar y callaba para
siempre.
Y luego está la sempiterna voz del Capitán que por el día les dice a los marinos “¡Tranquilidad todo el mundo!Tengo un plan infalible que nos
sacará de esta…. Er mmm.. timonel euauuammm
todo hacia adelante y luego un poquito a la derecha!” y por las noches
en su camarote cuando cree que nadie le oye , exclama: “¡Dios mío! Llévame ya o mándame
una señal urgente porque no tengo ni puta idea de lo que estoy haciendo! “ No sé si Dios le escucha, yo sí, mi barril de
manzanas está debajo de su ventana.
Después de todos los horrores que he
presenciado ( bueno vale, de oídas la
mayoría) y de todo el miedo que he pasado tapado entre manzanas, el peor momento sin duda
ha sido cuando he oído los lamentos del Capitán.
Pero la verdad es
que estamos a flote, no tengo ni idea de cómo ni por qué pero ahí estamos…sobrevivimos .Quizás sea porque Dios ha
escuchado nuestras plegarias y nos está echando un cable. Me gusta pensar eso….
Sé que lo lograremos.
Primero, llegaremos a América y veré toda esa tierra de prodigios; con sus mujeres, sus ríos de leche, sus pájaros, sus mujeres, sus ciudades , sus frutos y sus mujeres. Pero después volveré a casa… ¡A cagarme en la madre que parió al Ernestito, al Judas y a sus amigos borrachos que me metieron en este barril! Y.. y… y…¡Ay , que me atasco! Y voy a repartir Hostias como panes y cuando haya acabado y ni su madre ni sus mil padres les reconozcan….entonces me sentaré en el puerto y pediré que me sirvan pulpo a la gallega, miraré por última vez el mar y me alejaré … me iré a vivir a la montaña a un sitio desde donde no vea el océano, ni haya manzanas, ni sepan dónde está América.
Primero, llegaremos a América y veré toda esa tierra de prodigios; con sus mujeres, sus ríos de leche, sus pájaros, sus mujeres, sus ciudades , sus frutos y sus mujeres. Pero después volveré a casa… ¡A cagarme en la madre que parió al Ernestito, al Judas y a sus amigos borrachos que me metieron en este barril! Y.. y… y…¡Ay , que me atasco! Y voy a repartir Hostias como panes y cuando haya acabado y ni su madre ni sus mil padres les reconozcan….entonces me sentaré en el puerto y pediré que me sirvan pulpo a la gallega, miraré por última vez el mar y me alejaré … me iré a vivir a la montaña a un sitio desde donde no vea el océano, ni haya manzanas, ni sepan dónde está América.
(Suspiro).
No os he hablado de Margarita. Margarita es una rata del
barco que conocí a los pocos días de estancia en la sentina. Al principio me daba mucho asco pero luego aprendimos a conocernos mejor. Ahora, bueno, ahora Margarita y yo tenemos una relación.
¡Hehehehehe! Que cosas tienes Margarita,no, eso no se lo puedo contar….
Como veis aún
conservo la cordura, sin duda soy el único tripulante lúcido de este barco. Y
sé cómo llegar a buen puerto ,jijijijijii, Margarita me lo ha dicho, ahora mismo
subo a contárselo al Capitán, ¡Me pondrá una medalla! ¡Una medalla, Margarita!
¡Rumbo a casa!
Diario de bitácora del Capitán:
Hoy los hombres han
encontrado un loco saliendo de la bodega,
con el susto le pegaron un tiro en el culo. Parece que llevaba mucho
tiempo allí. Se ha comido la reserva de manzanas entera. Parece que utilizaba
un barril como dormitorio y letrina al mismo tiempo. Pasamos la tarde entera frotando su cuerpo para quitarle la roña. En
ningún momento cesó de gritar y pedir auxilio a
una tal Margarita, la cual, afirma, conoce el rumbo de vuelta. No sé si tirarlo por la borda o hacerle caso, a estas
alturas tanto da una cosa como la otra.